La Pachamama o Madre Tierra ha sido muy generosa en los andes americanos, pues ha donado a los hombres una gran riqueza. Montañas, nevados, ríos sagrados, manantiales cristalinos, selvas amazónicas, fértiles valles y mesetas altiplánicas, forman paradisiacos paisajes con innumerables especies de plantas y animales, que conjugan para aportar a la supervivencia del planeta. Toda esta generosidad fue reconocida por el hombre andino, quien enclavándose en las montañas logró desarrollar una cultura imperecedera de aprovechamiento y respeto a la naturaleza, que hoy se nos muestra con plenitud en un lugar que por su fuerza cósmica atrae a un sinnúmero de peregrinos de todos los confines de la tierra.
Machupicchu, ciudad sagrada de los Incas, enclavada en lo alto de las montañas. Lugar escogido por el hombre andino para conservar su conocimiento y por los Apus para preservarlo y dejarlo como testimonio. Machu Picchu representa una obra maestra del genio creativo humano, fruto del esfuerzo titánico que asemeja una prolongación de la naturaleza. Machupicchu, es un ejemplo sobresaliente de la relación continua entre el hombre y la naturaleza. Paisaje y geografía acondicionadas para el desarrollo del hombre andino, que acomoda sus necesidades de modo tal que no se perturbe en demasía el entorno, integrando y mimetizando su obra en espacios abruptos, demostrando un aprovechamiento racional del paisaje y los recursos naturales.
La conjunción natural y cultural se muestra en todo su esplendor, en cada uno de los grupos arqueológicos y en la red de caminos bien diseñados y claramente definidos que unían a cada familia o ayllu, caminos que hoy integran la gran cadena del Qhapaq Ñan que une Sudamérica, y del que un segmento importante se dirige a la ciudad sagrada de los Incas.