Una de las preguntas que uno se suele formular, es por qué la Cuesta de Santa Ana no se ha integrado aún del todo a los atractivos turísticos de la ciudad, teniendo la tradición histórica más antigua de la ciudad, ya que se sabe que es a través de ella y Carmenca que ingresaron los conquistadores españoles, bajando luego por Conquista y Tambo de Montero, y porque allí al lado de está una de las Iglesias que en la Colonia se llamaron Iglesias de Indios, y que también tiene una historia muy particular.
La historia del barrio de Santa Ana y su cuesta es una de las más fascinantes de la ciudad. Situada al noroeste de la ciudad, en su parte más elevada, es uno de los barrios más antiguos del Cusco. Su historia se inicia aproximadamente 700a. C. cuando este sector fue ocupado por la cultura Chanapata.
Los estudios arqueológicos han hallado numerosos ceramios y muestras líticas de este período. Durante la época incaica, Chanapata pasó a llamarse Carmenca. En esta zona vivían ayllus dedicados sobre todo a una intensa producción agrícola, debido a esto se puede apreciar hasta la actualidad el sistema de andenes que se puede apreciar actualmente en la esquina de Arcopata. La población de Carmenca estuvo conformada por nativos incas y un gran número de Cañaris y Chachapoyas. Estas etnias guerreras, procedentes de lo que actualmente es el sur de Ecuador y del norte de nuestro país, fueron trasladadas a este sector por Túpac Inca Yupanqui y Huayna Cápac.
Cañaris y Chachapoyas, según el cronista Martín de Murúa, formaban parte de la guardia personal del inca. El 14 de noviembre de 1533, los españoles hacen su ingreso a la capital incaica por el cerro Carmenca. Desde allí inician su descenso hacia el valle del Cusco por el callejón que hoy se conoce como calle de la Conquista. Una vez que tomaron posesión del Cusco, Carmenca fue repartido en parte entre los peninsulares, siendo privilegiados con terrenos los más connotados soldados que participaron en la conquista, entre ellos Juan de Betanzos y Diego de Silva. Carmenca fue el primer sector donde se construyeron las nuevas viviendas y se comenzó a implantar la nueva cultura, pero siguió siendo principalmente una parroquia de indios.
Dentro de la singular historia de Santa Ana, se encontrará la figura de Francisco Chilche, alcalde de indios de origen cañari en Santa Ana y lugarteniente de Francisco Pizarro, quien le ofreció sus servicios al llegar el conquistador a Limatambo. Se adjudica a Chilche el haber asesinado envenenándolo al descendiente de Huayna Cápac Sayri Túpac, cuando este contaba tan solo con 21 años en la villa de Oropeza.
Francisco Chilche había acompañado a Pizarro y se había encargado conjuntamente con un contingente de mitimaes cañaris, de las tierras de la encomienda de Pizarro, que luego fueron redistribuidas por el corregidor Alvarado, quien redistribuyó las tierras en las que se había ubicado Chilche y los cañaris en el Valle Sur, y que lo llevó a enfrentamientos legales que perdió en sendas oportunidades, como ha sido narrado por la historiadora María Rotworowski y en “La Visión de los Vencidos” del francés Nathan Wachtel, que le dedica un estudio a la figura del cacique cañari Francisco Chilche.
Por Pablo Del Valle.