El pecado de la carne acecha en el Cusco (Carne vale). Es temporada de cuaresma y la iglesia católica se prepara para recordar la muerte de Jesús; el pueblo en cambio, alista la osamenta para el jolgorio de la carne. Herederas de las bacanales y saturnales, no habrán fiestas más paganas que estas, las lluvias y el verdor de los campos revitalizados invitan a la barbarie. Aunque no se llegue a los fastuosos desmanes de Río de Janeiro, Venecia o Barranquilla. El carnaval cusqueño tiene sus muy propios merecimientos.

COMPADRES Y COMADRES.
Si este jueves, en el poste de una esquina aparece colgado un muñeco, mamarracho de personaje, ningún cusqueño parecerá sorprendido; más bien todos acudirán a reconocer al notable vecino y compadre que ha sido agasajado por el “cariño” de su comadre, entre risas celebrarán el parecido, entre chanza y chanza se envolverán en serpentina y mixtura de colores, se destaparán las botellas y servirán las viandas hasta que ya bien embadurnados de harinas de colores y negros de betún, bailen hasta quedar exhaustos y felices. En los andes, el compadrazgo por hacer bautizar a los hijos, puede crear lazos más fuertes que la propia sangre. Es el primer jueves de fiesta y esto apenas empieza.
El siguiente jueves es la “venganza” de los compadres porque: “compadre que no atiende a su comadre no es compadre, es un C…” ahora la colgada es la muñeca que caricaturiza los defectos de la agraciada. Si son días lluviosos se dirá que las comadres o compadres “están llorando”; pero eso no importa, en medio de la goadera general, los compadres visitarán a sus comadres como se ha hecho desde que la carne fue débil y se hicieron bautizar o casar a los hijos para extender la familia con los afectos. Los huaynos, la chicha, la frutillada y demás fluidos correrán en torrentes y sellarán por otro año, el parentesco espiritual.

DÍA CENTRAL.
En cada barrio, pandillas de mozalbetes atacarán inmisericorde a las doncellas que parapetadas en sus casas responderán a los globos y baldazos de agua con sus femeninas armas; por la tarde, entre harinas y colores terminarán de pintarrajearse, y entre tanto juego de manos florecerán los primeros amores. Es domingo de carnavales y en las cocinas humea el Timpu o puchero, con sus tres carnes, su papa nueva, moraya, yuca, camote, virraca y durazno; coronada por su repollo y bañada en su arroz y garbanzo, previo caldito se comerá relamiéndose con la uchukuta de rigor. En la plaza de armas del Cusco, nativos y turistas se enfrentarán a muerte: agua y espuma, betún y harinas brillarán en las pieles de todo el mundo.La vida es una sola, pero se festeja cada día.

CACHARPARI.
Como todo tiene su final mejor que sea a lo grande, entonces ¡vamos a la Yunza! Primero se escoge un árbol bonito, mejor un capulí o un molle, cuan más grande sea, mayor será el prestigio, se le cuelgan los regalos, sobre todo pensando en los niños, y se iza el árbol. Ahora empieza la música y el baile alrededor, las parejas ya bien sazonadas, se turnan para tomar el hacha y entre copa y copa, la van clavando en el tronco hasta que cae derribado. Ahora viene el ataque de los niños que saquean las ramas para coger lo mejor, todos se abrazan: padres, hermanos, primos y cuñadas, compadres, ahijadas, nuevos amantes y hasta suegros. Despidámonos bonito para no olvidarnos, para extrañarnos harto hasta el año que viene, es Cacharpari de Carnavales, cholita.

Por John David Rodriguez.