La Plaza de Armas del Cusco se alza como un ícono indiscutible en la ciudad imperial, un espacio donde convergen pasado y presente, tradición y modernidad, lo local y lo global, lo sagrado y lo profano.
Desde un ángulo, la Plaza de Armas se erige como el epicentro de las festividades religiosas más destacadas de Cusco, incluyendo el Corpus Christi, la procesión del Señor de los Temblores, el Santurantikuy y la peregrinación del Señor de Qoyllur Rit’i. Estos eventos despliegan la riqueza y diversidad de las expresiones culturales cusqueñas, desde danzas y músicas hasta artesanías y comidas típicas. Además, la plaza rememora la resistencia y rebeldía de los antiguos incas y líderes indígenas frente a la dominación española, como lo evidencia el juicio de Tupac Amaru II en el Paraninfo de la Universidad San Antonio de Abad del Cusco.
Sin embargo, la Plaza de Armas también funciona como el epicentro turístico de Cusco, atrayendo a miles de visitantes de todo el mundo seducidos por la belleza y misticismo de la ciudad. Aquí, se despliega una amplia oferta de servicios y productos turísticos que van desde hoteles y restaurantes hasta cafeterías, agencias de viaje y tiendas de souvenirs. No obstante, algunos de estos negocios han desatado controversias al introducir elementos foráneos que parecen socavar la autenticidad de Cusco, tales como locales de comida rápida, esculturas de incas dorados o escenarios de piedra de cartón.
La Plaza de Armas del Cusco se presenta, en consecuencia, como un lienzo de contrastes donde se manifiestan las tensiones y desafíos que la ciudad enfrenta en el siglo XXI. Entre la preservación de su invaluable patrimonio y la adaptación al cambio, entre el respeto a su rica diversidad y la búsqueda de integración, entre el orgullo por su pasado y la proyección hacia su futuro. Este crisol de elementos define la identidad en constante evolución de la ciudad imperial.